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24 de August, 2020

Como el 2020 cambio nuestra forma de enseñar y aprender

 

Rodrigo Pino, Psicopedagogo es nuestro relator de la ATE NUXAM, escribió este artículo titulado “Como el 2020 cambio nuestra forma de enseñar y aprender” que nos pareció importante dejarlo a la reflexión de cada actor educativo.

Durante este año (2020) para el profesorado ha significado un tremendo desafío transitar de una educación presencial a una virtual, en conjunto con las familias, comunidades y principalmente los niños, niñas y adolescentes.

La diversidad de ambientes virtuales, el trabajo colaborativo, la resolución de problemas, la gestión del conocimiento y el desarrollo del pensamiento crítico, serán necesarios que las comunidades educativas y lideradas por quienes corresponda en los territorios, comiencen a mirar a partir de modelos sociotecnológicos que apunten a una innovación educativa desde la territorialidad y diversidad de las distintas comunidades en nuestro país.

La crisis socio-sanitaria generada por el COVID 19 y su cuarentena, y el posible no retorno a clases al menos en el 2020 en las grandes ciudades de nuestro país, considerando que existe un plan de retorno, el ánimo mundial es aprender a convivir con los efectos de la pandemia.

En el mundo más de mil millones de niños y niñas están hoy en la incertidumbre e inseguridad de quedarse atrás en sus aprendizajes debido al cierre de las escuelas en el marco estratégico de contener la propagación del virus COVID – 19, en esa línea para mantener el vínculo pedagógico, junto a los aprendizajes, los países incluido Chile han implementado programas de educación remota, no obstante, en los hogares más pobres se ha evidenciado que no se tiene acceso a internet, computadores, televisores o radios, lo que amplifica las desigualdades en la brecha de los aprendizajes con los hogares más privilegiados (UNICEF 2020).

Desde abril 2020, en 188 países con el cierre de sus escuelas se han explorado múltiples alternativas innovadoras para continuar brindando educación, dicho eso, las tecnologías son limitadas en muchos países de bajos y medianos ingresos, especialmente en los hogares más excluidos y vulnerados (UNICEF 2020).

Dentro de las últimas investigaciones de MICS6 [1]  en 71 países de bajos y medianos ingresos, menos de la mitad de la población tiene acceso a internet, siendo así muy complejo confiar que algún canal remoto podrá en el corto o mediano plazo reducir las vulnerabilidades de aprendizaje. 

¿En qué situación se encuentra Chile con respecto a los “Entornos virtuales de aprendizaje, prácticas educativas innovadoras y desafíos en pandemia”?

Entornos virtuales y pandemia

Se acerca el fin de semestre más complicado de mi carrera académica, de ello da cuenta la bandeja de correo electrónico, que se vuelve a saturar de decenas de mensajes de mis estudiantes que no han logrado cumplir con todas sus obligaciones académicas, las razones son múltiples y diversas, por ejemplo: los estudiantes diurnos más de la mitad de ellos no tienen una conexión a internet adecuada y otro porcentaje considerable, debe compartir el único computador existente en la casa con su padre o madre que se encuentra teletrabajando y hermanos menores en etapa escolar también con clases virtuales.

Mis estudiantes vespertinos en su gran mayoría son trabajadores, por ende, la conciliación laboral, de género y la propia pandemia los ha sumergido en un gran desafío, sin precedentes; si bien el inicio de semestre fue caótico porque fue obligatorio adaptarse, el término del semestre para estos veinteañeros que nadan perfectamente en redes sociales, la virtualización académica nos develó que debemos valorar o mejor dicho revalorar lo presencial, las actividades grupales, mirarnos las caras y revalorar esos talles aburridos que teníamos que trabajar en equipo, mencionan a coro mis estudiantes en estos días que nos despedimos y agradecemos vía remota.

Lamentablemente eso sí, no todos los alumnos en Chile pudieron conectarse a una clase virtual.

En Chile, como en gran parte del mundo, las universidades, centros de formación técnica, colegios y comunidades educativas no hemos entrado a una sala de clases en varios meses.

Todo este escenario en una modalidad de teletrabajo, con la diferencia que enseñar es más que un trabajo, espero quienes lean estas reflexiones así lo sientan y crean, dicho eso a pesar que muchos gerentes de universidades, sobre todo de ciertas casas de estudio, ya están pensando en cálculos mezquinos en como optimizar sus estructuras de costos, echando al cálculo las derivadas de matrículas, número de estudiantes por curso junto a ello, el despido masivo de académicos, un gran tema que seguro aún está en desarrollo, no obstante, a pesar de esa gran cantidad de adversidades, también estamos quienes soñamos con volver a pesar que nos hemos reinventado, no olvidemos que muchos de nosotros nos formamos con largas pizarras a tiza y que lo más tecnológico que tuvimos en nuestras formaciones fueron las transparencias y casi al final de nuestras vidas universitarias conocimos las diapositivas tal cual película de detectives a blanco y negro.

Para que les voy a hablar del Power Point, fue la revolución tecnológica para muchos.

No han sido pocas las noches que he pensado en este artículo y que en la búsqueda no solo de evidencia científica, también en cientos de webinar de educación que han abundado estos meses de confinamiento, he asistido rigurosamente para escuchar como patrón común varias cuestiones y barreras, por ejemplo todos los especialistas en educación y psicología confirman, que ya por sí solo el confinamiento prolongado es perjudicial para la salud mental, las enormes dificultades se multiplican en los sectores más vulnerables, donde estudiar o aprender sencillamente ha provocado más problemas psicológicos, angustia y retrasos de aprendizajes en todos los niveles educativos, tema que abordaremos más adelante.

Según lo mencionado anteriormente, deberíamos pensar en volver pronto a las aulas, valorando que éstas a pesar de todo, logran emparejar algunas desigualdades, borrar a momentos las diferencias sociales, al menos en una misma escuela, jardín infantil incluso en el ambiente universitario, ergo ese pensamiento también nos confirmaría que, en este periodo que jamás olvidaremos, es que no aprendimos nada y que solo perdimos. Sería un error o más bien faltar a la verdad.

Más allá de los datos

Mirando informes de la UNICEF, Harvard, la OCDE entre otras fuentes confiables de datos, 1.500.000.000 estudiantes en el mundo a mayo del 2020 estaban sin clases en el planeta, así a nivel escala en Latinoamérica 150.000.000 de niños, niñas y jóvenes estudiantes no estaban asistiendo a las escuelas y en Chile ya por más de cuatro meses, más de 3.500.000 de estudiantes y comunidades educativas tampoco están asistiendo a sus escuelas, así en resumen las dimensiones de la crisis son múltiples, que van desde las familias, estudiantes, docentes y directivos, así al hablar de crisis no nos referimos al virus propiamente tal, sino que dentro de las evidencias recopiladas por distintas capas del mundo académico, social y gubernamental, estas han levantado robusta evidencia de los efectos que ha provocado el aislamiento, la afectación de las rutinas de aprendizaje, los temores por posibles repitencias escolares, de promoción, condiciones estructurales de pobreza hasta el mismo temor generalizado de contraer el virus.

En relación a los docentes y directivos las conversaciones, webinar y múltiples seminarios, la crisis se manifestó en la imposibilidad de desarrollar el trabajo pedagógico, el abrupto aprendizaje de nuevas tecnologías para enseñar, deficientes condiciones en el hogar para realizar una clase junto al sentido de vulnerabilidad a modo general  de bajas o de frentón muy malas condiciones para dictar clases a distancia, si bien Chile tiene muchas ventajas comparativas con sus países en América latina en muchas dimensiones incluso en conectividad a internet, no obstante, solo un 17% de los hogares chilenos tiene acceso a banda ancha, todo el resto funciona con internet de datos móviles, 3G o no banda ancha. [2] 

Así mismo esto queda demostrado en una encuesta aplicada a estudiantes de enseñanza media, en grandes porcentajes los estudiantes no cuentan con un espacio, un ambiente de concentración,  con un adulto a quien pedirle ayuda y en el contexto de pandemia declaran que no cuentan con los materiales necesarios para realizar una tarea [3] . En la lógica de lo anteriormente descrito, ésta crisis educacional desde el liderazgo podríamos denominar este desafío adaptativo, como un trabajo que requiere ser liderado de esa forma y en que las comunidades buscan nuevas respuestas a los problemas mayores.

“Un desafío adaptativo es un tipo particular de problema en la brecha no se puede cerrar mediante la aplicación del conocimiento operativo corriente a la conducta rutina…” (R. Heifetz), sin duda el coronavirus trajo un desafío sin precedentes, por ende, las soluciones de este problema sin duda deben ir comandado por cambios en lo valórico, actitudinal y en los hábitos de las personas.

Más allá de todos los levantamientos de datos realizados por distintas casas de estudios, y en la línea del liderazgo a la fecha, al menos son tres las crisis simultáneas a las que hay que adaptarse (Muñoz, G), la primera referida a la enseñanza – aprendizaje, son múltiples las encuestas que al principio
profesores y profesoras dieron cuenta que al menos la mitad de sus estudiantes no estaban aprendiendo, particularmente creo que esa percepción ha ido cambiando en la medida que nos hemos ido adaptando y en el tema que desarrollaremos más adelante precisamente como los docentes han realizado múltiples esfuerzos en mejorar esas brechas. En una segunda mirada de adaptación, las formas han atravesado lo organizacional y lo institucional, las escuelas y por qué no decirlo la educación en todos sus niveles se han tenido que organizar de una manera distinta, ya hemos conversado bastante sobre aquello desde los intentos de virtualización, pero no todo se trata de softwares y hardware.

Finalmente, para concluir con el diagnóstico la mayor crisis y donde la priorización curricular tomará cada vez más fuerza será en el bienestar socioemocional junto a todas las derivadas relacionales que incluyen por supuesto a las comunidades educativas.

 

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